Parejas tórridas II | Ingrid Bergman a Rossellini: "Solo sé decir 'ti amo' en italiano"
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**Este artículo pertenece a una serie especial de verano centrada en parejas míticas (a veces un poco malditas) de cine.
"Estimado señor Rossellini: vi sus películas Roma, ciudad abierta y Paisà y las disfruté muchísimo. Si necesita una actriz sueca que hable inglés muy bien, que no haya olvidado el alemán, que no entienda bien el francés y que en italiano solo sepa decir "ti amo", estoy dispuesta a rodar una película con usted".
Podría ser la carta de una fan, pero las palabras salieron de la mano de Ingrid Bergman, que escribió en 1948 esta sorprendente misiva al director de Roma, ciudad abierta (1945) ofreciéndose a trabajar con él y sin saber por aquel momento que ambos vivirían una de las historias de amor más polémicas del cine. La sueca no estaba comenzando su carrera cinematográfica ni mucho menos, sino que ya había ganado un Oscar en el 44 por Luz de gas y había protagonizado numerosos éxitos antes de enviar esa carta (Casablanca, Las campanas de Santa María o Juana de Arco, por nombrar algunas). Roberto Rossellini, por su parte, estaba ocupado liderando el movimiento neorrealista italiano en lo que quedaba de su país, convertido en ruinas, tras la Segunda Guerra Mundial. Bergman amaba su obra y le admiraba profundamente, aunque nunca se hubieran conocido.
"Ambos estaban casados", explica a este periódico David Felipe Arranz, filólogo, periodista y profesor, además de autor de varios libros dedicados al cine. "Su primera colaboración tuvo lugar en Stromboli, tierra de Dios (rodada en 1959), donde dio inicio su romance, en las duras condiciones de la isla volcánica italiana. Entonces Bergman estaba con el dentista sueco Petter Lindström, con quien tenía una hija, Pia, y Rossellini con Marcella De Marchis. Bergman veía en Rossellini un genio creativo europeo frente al oropel superficial de Hollywood, mientras que Rossellini quedó fascinado por la belleza y el talento de Bergman". “Me enamoré de él porque era tan singular", recordaría la actriz. "No había conocido a nadie como él, tan libre".
"Ingrid Bergman veía en Roberto Rossellini un genio creativo europeo frente al oropel superficial de Hollywood"
En Stromboli, Bergman interpretaba a Karin, una exiliada lituana en Italia que había escapado de un campo de concentración y se casaba con un prisionero de guerra (Mario Vitale), al que había conocido estando en el otro lado de la valla del campo. Su adaptación a Estrómboli (la isla a la que pertenece su marido) es tradicional y complicada, y los habitantes del lugar la tratarán con hostilidad. Como era habitual en el neorrealismo, actores aficionados y lugareños interpretaron diversos papeles de la película, y la película se rodó en la isla homónima, con su volcán activo (que incluso entró en erupción durante el rodaje, aunque nadie salió herido).
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Por aquel entonces, Bergman tenía una imagen de actriz intachable y perfecta. Sin embargo, todos los que compartieron rodaje con ellos tenían muy claro que el director y la actriz de Casablanca se estaban enamorando. "En 1949, cuando se hizo público que Bergman estaba embarazada de Rossellini (de su hijo Roberto), el escándalo estalló", explica Arranz. "Bergman dejó a Lindström, y la prensa y el público, especialmente en Estados Unidos, la condenaron: fue tildada de adúltera y llegó a ser denunciada en el Senado estadounidense, lo que llevó a su exilio temporal de Hollywood".
Pese a ello, la pareja se casó en 1950, tras divorciarse respectivamente de sus parejas. Fue Bergman la peor parada: Rossellini no permitía que volviera a Estados Unidos y su anterior marido, Lindström, no permitía que su hija Pia fuese a Italia, así que pasó varios años sin poder reunirse con ella. En lo profesional, sin embargo, Rossellini y ella se entendieron bien: en 1952 estrenaron el drama posneorrealista Europa '51, con Alexander Knox, Ettore Giannini y Giuletta Masina, esposa del también director Federico Fellini. En 1954, se estrenarían las últimas películas que hicieron juntos, Viaje a Italia y Miedo.
"Las controversias les persiguieron durante años", apuntala Arranz. "Tuvieron tres hijos: Roberto (1950) y las gemelas Isabella e Isotta (1952). Pero Rossellini era muy controlador en el set y Bergman, que estaba acostumbrada a la libertad creativa en Hollywood, acabó chocando con él".
"A mediados de los años 50, la relación comenzó a deteriorarse: los rumores de infidelidades por parte del cineasta con la guionista Sonali Das Gupta hirieron de muerte el matrimonio —en 1957, el director fue invitado a la India para realizar un documental sobre el país emergente tras la independencia. Allí iniciaría una nueva relación con la guionista, provocando un escándalo muy parecido al que tuvo con Bergman—. Se divorciaron ese año, y Bergman regresó a Hollywood. Digamos que el amor entre Bergman y Rossellini fue una mezcla de pasión, sacrificio y conflicto, sometido a una gran presión externa", señala.
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Al divorciarse, Rossellini, que siempre se había mostrado extremadamente celoso y no la permitía trabajar con otros directores ("no me sentía cómodo en el papel de hombre cuya mujer trae el dinero a casa", llegó a decir) aceptó el divorcio, aunque exigió dos condiciones: que ella no volviera a Estados Unidos ni se volviera a casar. Por supuesto, Bergman no le hizo ningún caso (al poco inició una relación con el productor teatral también sueco Lars Schmidt). Tuvieron problemas por la custodia de sus hijos, pero en Hollywood recibieron a la sueca con los brazos abiertos, como a una auténtica hija pródiga que de nuevo ha encontrado el camino de la rectitud. Recuperó su estatus con Anastasia (1956), junto a Yul Brynner, ese cuento de hadas basado en la Romanóv que le valió un segundo Oscar, recogido por Cary Grant. Bergman estaba en París y se enteró de su galardón oyendo la radio.
Ingrid Bergman volvió a Hollywood como el hijo pródigo. Recuperó su estatus con 'Anastasia' (1956), que rodó junto a Yul Brynner
La sueca pudo reconciliarse con su hija Pia durante una temporada en París, donde la joven la vio "con otra luz" y la (re)conoció de nuevo. Bergman ganaría un tercer Oscar, a Actriz de Reparto, por Asesinato en el Orient Express en 1957. Rossellini, por su parte, se convertiría en una influencia destacada para las futuras generaciones de directores del mundo (y particularmente de Italia). Sus trabajos todavía son aclamados a día de hoy, y recientemente pudimos ver a la hija de ambos, Isabella, nominada a Actriz de reparto por primera vez en su carrera, a los 72 años, por su silenciosa y compleja actuación en Cónclave. La pareja nunca cortó lazos, a pesar de que en un principio tuvieron problemas por la custodia de sus hijos.
Fue Ernest Hemingway (amigo incondicional de Bergman, el cual la apoyó hasta en sus peores momentos) el que resumió muy bien la relación del italiano y la sueca. Cuando todo el mundo la había dejado de lado en Hollywood, el escritor de
El Confidencial